La ONG Ingeniería Sin Fronteras desarrolla proyectos en países donde el acceso al agua es un derecho fundamental sólo sobre el papel, poniendo en marcha acciones al servicio de la defensa y la puesta en práctica de los derechos humanos. En esta entrevista al equipo de ISF buscamos el trasfondo de esta problemática, que ataca directamente a los derechos humanos de millones de personas en todo el mundo.
El pasado 22 de marzo se conmemoraba el Día Mundial del Agua, pero aún hay más de 2.000 millones de personas sin acceso a saneamiento. ¿Seguimos haciéndolo mal?
Hay varios factores que ponen en riesgo el acceso de todas las personas al agua y al saneamiento. Cuando hablamos de problemas de acceso, tal y como ocurre en comunidades de El Salvador donde ISF trabaja, pueden deberse a su localización geográfica, a la distribución desigual de lluvia a lo largo del año o a las sequías extremas. Cuando hablamos de agua, los principales problemas son la sobreexplotación y la contaminación. En la mayoría de los casos, el problema no es la falta de recurso, sino el uso inadecuado del suelo. Se están modificando los usos del suelo en muchas zonas del mundo sin tener en cuenta las consecuencias que este cambio puede tener, ni tomar las medidas adecuadas. Por ejemplo, al deforestar y urbanizar una zona, que puede ser una zona de recarga de acuífero, se esta limitando la infiltración y, por lo tanto, la reserva de agua a futuro. Por otro lado, el agua es contaminado por un uso inapropiado, o por no tomar las medidas adecuadas, lo que imposibilita su uso y disfrute por parte de otras personas, además de suponer una alteración del ciclo del agua y de la vida de otros seres vivos.
Pero, si hablamos de lo que se hace mal respecto al agua, hay que hablar de gestión. Como ya sabemos, este recurso se encuentra interconectado de distintas formas, y su ciclo regula la vida en la tierra. Si la gestión que se hace no respeta esta interconexión del ciclo aparecen las diversas problemáticas.
¿Cuáles son los retos más inmediatos para que este derecho fundamental sea real?
Es necesario asegurar tanto el acceso como el saneamiento para todas las personas. Y cuando hablamos de este acceso, hay que hablar de una agua de calidad y asequible para todas las personas, de una gestión sostenible e integrada del agua, es decir, que incluya la perspectiva de cuenca hidrográfica y el ciclo del agua. También hay que tener en cuenta la gobernabilidad del agua, es decir, que la población sea consciente de los problemas que hay y también parte de las soluciones.
Y desde el punto de vista ambiental, ¿En qué situación nos encontramos?
Un ejemplo, cercano y conocido a nivel estatal, es la situación de las Tablas de Daimiel, Parque Nacional y (entredicha) Reserva de la Biosfera. Este ecosistema, desde hace varios años, se encuentra en una situación muy degradada. Las causas son principalmente la mala gestión del uso agua (pozos ilegales, sobreexplotación, cambio de cultivo a regadío en una zona de secano, trasvases, etc.) y la contaminación (falta de depuración y fertilizantes o pesticidas). Este ecosistema era uno de los pocos representantes del un ecosistema denominado tablas fluviales, además de ser un humedal de gran importancia en el paso entre Europa y África de muchas aves migratorias. Sin embargo, ahora mismo es un ejemplo más de cómo el equilibrio ecológico se rompe a causa de la sobreexplotación, la falta de gestión integral, y la contaminación.
La aplicación tecnológica es clave, pero el cambio social también ¿No?
Cuando hablamos de la gestión del agua, hay que tener en cuenta que los intereses que están en juego son muy diversos, tanto sociales como económicos, en función de los distintos usos del agua (abastecimiento de poblaciones, regadío, energía, etc.), sin perder de vista la importancia de los ecosistemas acuáticos y su preservación.
Es por ello que hay que buscar nuevas formas de gestión, en las que la participación ciudadana es fundamental. Hoy en día, se está re-pensando la forma que tenemos de usar los recursos. En el caso de la gestión del agua es necesario hablar de gobernanza, es decir, la gestión que integra la complejidad técnica, ambiental y social, incluyendo a todos los actores implicados en la toma de decisiones.
¿Cuáles han sido los últimos avances en innovación y tecnología para avanzar en este sentido?
Desde ISF creemos que más que de innovación y tecnología es necesario hablar de un cambio de paradigma, en el que el agua ya no puede ser tratada como mercancía sin tener en cuenta las consecuencias. El agua debe ser considerada un derecho humano, para todas las personas y en todos los lugares, y además también es un derecho de las generaciones futuras, sin olvidar al medio ambiente.
Si hablamos de innovación y tecnología, en ISF apostamos por una “tecnología para el desarrollo humano”, es decir, que solucione problemas más allá de pretender crear nuevas “necesidades”.
¿Cómo ha evolucionado el trabajo de ISF con sus últimos proyectos?
ISF tiene varios proyectos a nivel mundial, para que el derecho humano al agua y saneamiento sea una realidad. Siempre desde un prisma integrador, equitativo y empoderador por y para las mujeres, con enfoque de cuenta, y de gestión integrada del recurso hídrico.
En España sigue habiendo problemática en torno a las aguas, ¿Cuál es el panorama jurídico actual?
En España, como en tantas partes del mundo, el agua se encuentra amenazada. Muchas veces, nos encontramos con políticas que responden únicamente a intereses privados, sin tener en cuenta las secuelas que pueda provocar. Por lo que, en pro del “bien común”, se olvida que el agua y el saneamiento es un derecho humano, además de ser indispensable para la vida. El agua y los ecosistemas acuáticos son un patrimonio común, y la Administración Pública debe garantizar la protección y uso sostenible de los mismos como garante de estos bienes, para nuestra generación y las futuras.
En España, a pesar de tener legislación especifica en materia de aguas y de gestión de la planificación hidrológica, en la mayoría de los casos no se está cumpliendo, como demuestran las sucesivas sanciones de la Unión Europea por incumplimiento a las Directivas (también cuestionables) relativas a la gestión del agua de las cuencas hidrológicas. Por lo tanto, el reto a corto plazo sigue siendo reclamar el derecho de la ciudadanía a una gestión publica, transparente y participativa del recurso hídrico, de una forma integrada y teniendo en cuenta el mantenimiento del buen estado de los ecosistemas.